En fotografía se conoce al espacio en “blanco” (que no tiene porqué ser blanco) o espacio “abierto” de una determinada composición como espacio negativo. Siendo algo más estrictos diríamos algo como: “El espacio negativo es el espacio que queda entre los diferentes elementos de una composición”. Saber manejar este aspecto adecuadamente es una de las muchas diferencias entre una buena fotografía y una gran fotografía.
La importancia del espacio negativo
Ilustradores, pintores y diseñadores saben bien de la importancia del espacio negativo. Esa “mancha” en la que no están resaltados los motivos principales de la fotografía, tiene gran importancia. Pero a veces lo que no está debe “estar” (en su sitio, al menos).
Por eso cuando fotografiamos en un retrato en exterior, por ejemplo, buscando un gran bokeh y detalle sobre el sujeto, además de poner esa apertura amplia, fijarnos en la luz y enfocar correctamente, hemos de fijarnos en el desenfoque del fondo. Para ello no hay nada como moverse, buscar otro encuadre y disparar de nuevo. Practicar, practicar y practicar. Igualmente si utilizamos una apertura cerrada debemos observar si el fondo compite con nuestro motivo/s principal/es.
El espacio negativo nos invita a pensar, a reflexionar cuando vemos la fotografía. Es una invitación a no dejar indiferente al espectador y transmitirle claramente el mensaje de nuestra fotografía. Crear un espacio negativo ayuda crear líneas más dinámicas y dirigir la mirada del espectador. Ausencia de contenido no tiene porqué significar ausencia de interés. Ayuda a mantener el equilibrio en la fotografía.
Crear espacios negativos es un arte que requiere práctica
¿Ese equilibrio visual en qué se traduce? Pues se traduce en una mejora de la estructura visual. Sí, las fotografías tienen todas una estructura que llamamos composición como ya sabemos. Por ejemplo, una de las técnicas para crear espacio negativo en un retrato fotográfico consiste en“descentrar” hacia uno de los laterales (en las cuatro direcciones, no solo izquierda o derecha) al modelo de nuestra fotografía.
Siguiendo con los retratos, pensemos en otro ejemplo: combinar el uso del espacio negativo con la conocida regla de los tercios. Para ello, hemos de combinar alguno de los puntos de interés de la regla de los tercios con un punto de acercamiento al sujeto. Esto debemos tenerlo muy en cuenta a la hora de recortar la imagen en el procesado.
Veamos otro ejemplo. En fotografía de paisaje, el uso de un teleobjetivo en ocasiones nos puede servir para aislar elementos del paisaje y crear, precisamente, ese espacio negativo buscado.
Especial cuidado debemos mantener sobre la textura o el patrón del espacio negativo pues en ocasiones más que ayudarnos a dirigir la mirada del espectador y potenciar el mensaje, también puede distraer. Espero que después de esta guía práctica sobre qué es el espacio negativo os animéis a ponerlo en práctica y nos mostréis vuestros mejores ejemplos.
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