jueves, 16 de diciembre de 2021

Muere Luis Azanza, uno de los grandes del fotoperiodismo navarro

 

El fotógrafo pamplonés falleció el lunes por la noche, a los 60 años, víctima de un cáncer


Luis Azanza Mendía (Pamplona, 1961) era uno de los fotoperiodistas más relevantes del ámbito navarro y uno de los mejor considerados por sus compañeros de profesión. Falleció el lunes por la noche, a los 60 años, víctima de un cáncer, que le había sido diagnosticado hace un par de años, pero del que muchos “no esperaban un desenlace tan rápido”. “Un palo grande”, decían.
Muy respetado por la “originalidad de su fotografía” y su “gran compañerismo” en las más de tres décadas de fotoperiodismo a sus espaldas -trabajó para Deia, Diario Vasco, Diario 16, Cambio 16 y El País- en los últimos ocho años, Azanza había ido abandonando progresivamente la fotografía, de la que estaba decepcionado por el maltrato profesional y se había ido volcando en el campo del vídeo y el diseño gráfico, de la mano de Aloa Comunicación, agencia de la que era socio junto con su compañera, la periodista navarra Berta Bernarte.
Azanza y Bernarte se conocieron cuando ella tenía 18 años (y estudiaba periodismo en la Universidad de Navarra) y él 26, cuando era fotógrafo del Deia en Pamplona. Y desde entonces han estado juntos, muchos años como pareja de hecho y, desde hace un par de años, como marido y mujer, ya que con motivo de la enfermedad, el 13 de diciembre de 2019, decidieron dar el paso. “Fue una boda bonita, sencilla y muy elegante, a su manera, como eran ellos”, recuerda Álvaro Barrientos, reportero gráfico de Associated Press (AP) y uno de sus íntimos amigos.
La última exposición fotográfica de Azanza en Pamplona fue en junio de 2019 en Condestable, donde mostró una selección de 20 instantáneas de San Fermín “íntimas y personales, tomadas en los últimos treinta años”; pero para entonces -y según relatan sus compañeros más cercanos- ya había abandonado profesionalmente la fotografía. En esa ocasión presentó las imágenes en blanco y negro (como cuando se inició en la fotografía en los años 80 y para quitarles el impacto del color), estaban impresas en papel mate, sin cristal que las separase de los visitantes, y colgadas con pinzas de la ropa, como si la sala fuera el laboratorio de un fotógrafo. “Siempre le gustó ser original y experimentar con la fotografía”, añade sobre la muestra Barrientos.
Azanza fue uno de los grandes fotógrafos profesionales de la fiesta y recibió en 2010 uno de los Premios Hotel Maisonnave a los fotógrafos del encierro. “Trabajar en San Fermín como fotógrafo es interesante, absorbente, complejo y gratificante -aseguraba a este periódico-. No hay ningún otro acto con esta intensidad y fuerza. Siempre estás pensando en la siguiente imagen que llevas dentro. De repente, se dan las circunstancias que estabas buscando, pero tienes que ser capaz de reconocerlas y resolverlas bien. Entonces, se produce la magia”, relataba.
Sin embargo, sus compañeros aseguran que su trabajo iba mucho más allá de los Sanfermines. “Era atrevido, especial y hacía cosas innovadoras. Llegaba a preparar el lienzo con emulsión fotográfica, para luego revelar la imagen en el laboratorio, algo que ya no se hace”. Incluso, en la última etapa, ya en Aloa Comunicación, seguía siendo muy creativo, con el ordenador, con el grafismo, dibujando”, precisa el reportero de AP.
Azanza y Barrientos se conocieron a mediados de los años 80 “con las cámaras en el Paseo Sarasate”. Eran los años duros de la kale borroka y “congeniaron enseguida”. Desde entonces han compartido trabajo y amistad, hasta sus últimos momentos. “Fue siempre un buen compañero y amigo; muy crítico con su propio trabajo, así que deja una estrella muy alta y un horizonte muy bonito donde mirar. Solo hay que bucear en su archivo para descubrirla”, avanza.
El fotógrafo José Luis Larrión es otro de los profesionales que compartió oficio con Azanza y que este miércoles reconocía que su muerte había sido “un palo duro”. “Larry”, para los amigos, era el corresponsal gráfico del diario El País en Navarra al que precisamente Azanza sustituyó. Destaca de él su “humanismo, buen humor y socarronería” y que fue uno de los impulsores de la Asociación de Reporteros Gráficos de Navarra, cuyo logotipo diseñó. “Me gusta pensar que cada vez que enviemos un comunicado, el logo de Luis estará ahí, recordándonos siempre”. “Él era muy especial, inquieto y tenía una visión más amplia que los demás. Vio que el futuro de la imagen estaba en el vídeo, así que por ahí tendremos que seguir su senda”.
Jesús Diges, reportero de la agencia Efe, también recuerda a Azanza como un maestro. “De él hemos aprendido todos, nos ayudó a ver la fotografía de una manera diferente”, afirma. Recuerda que lo conoció cuando llegó a Navarra desde Madrid en 1990 con 21 años. “Entonces Luis tenía 26 y trabajaba en Deia en el mismo edificio. Era abierto, cercano y siempre se ofrecía a ayudarte. Era un gran profesional y como persona, ni te cuento. Mantuvimos siempre la amistad. Todos los años en Nochebuena, los fotógrafos celebrábamos una comida en ‘el chino’ de la Estafeta. Qué recuerdos tan divertidos... El colectivo de fotógrafos siempre nos hemos llevado muy bien y, en cuanto pase lo peor, le haremos un homenaje, seguro. Si hay alguien que se lo merece es él.
También Javier Sesma, fotógrafo jubilado de Diario de Navarra, recuerda a Azanza como “un gran fotógrafo”, para él, “uno de los mejores de Navarra” y como “una persona increíble”. “Sonriendo siempre, contento y amable”. Precisamente, la foto que ilustra esta información se la hizo él por sorpresa.

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