Se trata de un prisionero iraquí en la prisión de Abu Ghraib, con la cabeza cubierta por una capucha, cables sujetos a sus manos, y de pie sobre una caja.
Esta imagen simboliza una de las formas más extremas y crueles de tortura y humillación que tuvieron lugar durante la guerra de Irak, y se convirtió en un símbolo mundial del escándalo de Abu Ghraib.
Es una de las fotografías más icónicas del escándalo de torturas de Abu Ghraib (2003-2004): representa no solo el sufrimiento del prisionero, sino también la deshumanización.
Su impacto fue tan grande que apareció en medios de prestigio (“60 Minutes II”, “The Economist”, “The New Yorker”) y ayudó a generar un debate global sobre ética, derechos humanos y responsabilidad militar.
Esta imagen ha sido usada como símbolo contra la tortura y para denunciar el maltrato en contextos de guerra.
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